Dificultad: Fácil.
La función de todo lubricante es la de disminuir la fricción entre dos objetos que rozan entre sí. En su origen los lubricantes se concibieron como un artículo para mejorar la calidad de las relaciones sexuales, especialmente para aquellas mujeres que tienen dificultad para generarlo de forma natural, lo que se traduce molestias y dolores durante el acto sexual. Pero las bondades del uso de lubricantes artificiales no se limitan al coito: es un complemento casi imprescindible cuando se practican variedades del acto sexual como el griego y muy recomendable para cualquier tipo de masturbación.
Existen varios tipos de lubricantes. A continuación os enumeramos los más importantes junto a sus características fundamentales:
Lubricantes basados en agua con glicerina: Son compatibles con los condones de látex. Son muy fáciles de limpiar y están disponibles en diferentes texturas e incluso sabores. Su principal inconveniente es que la glicerina puede causar irritaciones a algunas mujeres.
Lubricantes basados en agua sin glicerina: Son como los anteriores con la ventaja de que no causan irritación y son los más indicados para aquellas mujeres más sensibles. Su desventaja radica en que se secan muy rápidamente.
Lubricantes basados en agua (naturales): se obtienen a partir de ingredientes naturales. Como los anteriores, son compatibles con el látex, aunque también se secan rápidamente y pueden causar irritaciones en algunas mujeres.
Lubricantes basados en aceite: la vaselina, el aceite infantil, el aceite de masaje, etc. pertenecen a este grupo. Son lubricantes baratos y sencillos de encontrar, sin embargo su composición los hace incompatible con los condones de látex. Son dífíciles de lavar y además pueden causar infecciones vaginales, razón por la cual su uso no está aconsejado para el coito.
Lubricantes basados en silicona: son compatibles con el látex y sus efectos duran mucho tiempo. Son potencialmente peligrosos si llegan a ser absorbidos por el cuerpo, de forma que conviene respetar todas las medidas de higiene recomendadas por sus fabricantes.
Un consejo final, el lubricante sale de su envase a temperatura ambiente (como es lógico), por lo que antes de aplicarlo a la zona deseada es recomendable que lo dejemos durante unos instantes en la yema de nuestros dedos. De este forma se minimiza el molesto contraste de temperaturas entre el lubricante y la zona de aplicación.