Dificultad: Media.
Imaginaos la clásica conversación en la que contáis a vuestra pareja lo mucho que os gusta algo que habéis visto en un establecimiento, aunque le pedís que no se le ocurra ir a comprároslo, que no os hace falta, etc. Sin embargo, conocéis de sobra a vuestra pareja y sabéis que tarde o temprano se tomará la molestia de acercarse a dicho establecimiento para sorprenderos con el objeto deseado. De hecho, este tipo de situaciones llega a hacerse tan habitual en algunas parejas que pueden hacer que el habitual sorprendido se muestre cauto antes de decir que algo le gusta.
La idea que sugerimos está pensada para este tipo de situaciones. Esta vez nos toca a nosotros dar la sorpresa en lugar de ser sorprendidos. Vamos a sorprender al que sorprende justo cuando esté con las manos en la masa: se trata de que deis con alguna tienda pequeñita, que venda objetos que sean difíciles de encontrar. Si el vendedor de la misma es alguien conocido para vosotros y desconocido para vuestra pareja, mejor que mejor. Debéis hablar con él, explicarle la situación, ya que él será vuestro cómplice para que la sorpresa tenga éxito. Le enseñaréis alguna foto de vuestra pareja y le diréis que más pronto que tarde vendrá preguntando por un determinado objeto. Cuando lo haga, el vendedor le entregará algún detallito, una carta o lo que sea que le dejéis para que lo entregue a nuestro sorprendido con ganas de sorprender. Ya puestos, que le saque también alguna foto para que no podáis perderos su cara :)
Si todo sale según lo previsto, os podéis sentir héroes en el mundo de la sorpresa. Habréis llevado a cabo una de las mayores proezas: sorprender al que sorprende, y además podréis decir con más razón que nunca aquella famosa frase de Hannibal Smith, el capitán del Equipo A: "Me encanta que los planes salgan bien". ;)