Dificultad: Fácil.
Idea enviada por Esther.
Quiero haceros llegar un sorpresa que le di a mi chico hace algunos meses y que todavía sigue recordando.
Por motivos de trabajo tuvimos que hacer un viaje a Granada. Estábamos en el mismo hotel aunque en habitaciones contiguas. Siempre dormíamos en su habitación, pero una noche que llegó súper cansado, mientras él se duchaba, yo fui a mi habitación. La llené toda de velitas pequeñas. De esas que son poco mayores que una moneda. Hice el camino desde la puerta hasta el dormitorio. Las puse sobre el aparador, en las mesillas, en la mesa, en el suelo... No os imagináis qué imagen tan hermosa. La habitación iluminada solamente por la luz de las velas.
Cuando terminó de ducharse y se puso su pijamita, le dije: Esta noche dormiremos en mi habitación. Cuando entró y vio aquello quedó muy sorprendido. Lo tumbé en la cama y le di un masaje. Yo disfruté de lo lindo haciéndole aquel regalo, y él no ha podido olvidarlo aún.
¡Y todo lo que hizo falta fue paquete de velitas de dos euros y ganas de agradar! Qué poco cuesta hacer felices a los demás ;)